jueves, 2 de abril de 2009

Auto exigencia, Mi jefe, Ángeles Mastretta, La Familia, El síndrome Delon.

Hoy desperté y decidí dormir más tiempo. “Me lo merezco” fue mi excusa, aunque en el fondo se que tal vez no, pensando y reprochándome de nueva cuenta que siempre se puede hacer mucho más (como aquel que en mi pensamiento se ha metido, también lo piensa y se reprocha así mismo).

A mi arribo a la cámara de diputados me encuentro con que mi jefe no llegó a trabajar. Seguramente fue a dar clases, aunque el poco tiempo que llevo de conocerle me invita a pensar que también prefirió gastar el tiempo en algo que no tuviera mucho que ver con la investigación social. Me lo imagino saliendo de sus clases para después pasar a alguna exposición, meterse solo al cine o simplemente caminar sin rumbo, jajaja tal vez toda esta invención sea reflejo de lo que muero por hacer en este momento, sin embargo, me alegra imaginar que aquel hombre a quien admiro tanto sacie de alguna manera aquella avidez de libertad que transpira al conversar conmigo y contarme sus peripecias de tiempo libre y juventud.

Mientras tanto yo decido unírmele y como sé que mi trabajo lleva un poco de adelanto, emprendo un largo camino a través de la infinidad de posibilidades que el internet ofrece: Primero el periódico la jornada, después las revistas proceso y reporte índigo, ya saben, un poco de mis temas fetiche actuales: narcotráfico y terrorismo, no me pregunten porqué pero entre link y link fui a dar al blog de la escritora Ángeles Mastretta, que como es sabido por todos con quien he compartido impresiones literarias, no es santa de mi devoción.

Y cuál es mi sorpresa al encontrarme con una serie de escritos, a manera de diario, sin pretensión alguna que la de expresar de la manera más honesta las diferentes impresiones heredadas de su cotidianeidad. Me gustó y me gustó mucho, tanto que tal vez considere revalorar sus aptitudes literarias; también me recordó lo bello y lo difícil que es expresar lo que uno lleva dentro valiéndose de la palabra escrita. Yo...prefiero la música, pero hoy, la invitación me surgió de no sé donde, tal vez de ella.

En otras cosas, ayer pensaba en la familia, en mi familia, en mis familias. Hay tantas curiosidades a su alrededor que al mismo tiempo me enloquecen de felicidad y desencanto. Por un lado, la familia de mi madre, que me ha brindado las mas grandes lecciones de humildad, que me hace sentir orgullosa de mi modesto origen y a la vez de ser una mujer de lucha como mi abuela, mi abuelo y mi madre. Sin embargo también me recuerda el desencanto que me produce la mediocridad, el hecho de conformarse con la realidad y las dimensiones que paupérrimamente nos han sido dadas u heredadas, sin buscar más allá de lo que nuestra comodidad o flojera nos pongan como límite...no hay ocasión en la que después de frecuentar ese lado de mi familia no me torture pensando en todo lo que hubieran logrado mis primos o mis tíos si sólo se lo hubieran propuesto, porque de capacidad no carecían, eso es pecado dice mi abuelita y estoy completamente de acuerdo.

Por otro lado, la familia de mi padre que tanto se afanó en cosechar una ridícula aristocracia fundada en la posición, el apellido y la imagen, me ha enseñado que en efecto, como te ven te tratan, pero a la vez me confunde con su afán por vivir administrando un status que ya es más parte del pasado que otra cosa. Nunca entendí el bluff de las reuniones y de las fiestas, mucho menos el cotidiano, como tampoco entendí eso de presumirse los bienes, los atuendos, los maridos y los hijos entre hermanos.

Afortunadamente mi papá se cocinó aparte en ese aspecto aunque tristemente en otros no.

Lo gracioso es que en mi casa, en mi familia nuclear, una combinación de ambas corrientes ha surtido buen efecto y aunque dicen que nadie escoge a la familia, si yo hubiera tenido oportunidad de escoger hubiera elegido a mis tres familias. No se como sea la cuarta, la que forme con mi un chico a quien quizá aún no conozca y aquellos niños que solo en mis sueños existen.

Ya que estoy en eso de la familia, en los últimos días he conversado mucho con mi Tía Vicky, quien me reprochaba que diera prioridad al trabajo y la escuela dejando de lado la integración familiar. En uno de estos bellos ejercicios espontáneos me preguntó anoche: “¿Oye Adri?, ¿cómo vas con eso del amor?, ¿Te gusta alguien? Generalmente no tengo la costumbre de comentar con las tías esa parte de mi vida por temor a no ser comprendida o a verme mareada con algún choro incómodo y fuera de época de su parte. Pero como en efecto actualmente soy presa de aquellas mariposas estomacales en su etapa inicial, procedí a contarle santo y seña de mi situación actual de enamoramiento clónico (sí, de alguien idéntico a mi).

“Haaay, me acordé de mi novio Alain Delon”, me dijo ella, con la cara iluminada de felicidad, la mía en cambio dejó escapar todo el desencanto derivado de aquella frase y pensé en ese entonces: ¡carajo ¿para que demonios me preguntas sobre mi vida amorosa, señora morbosa si al valerte madre aquello te dedicas a cambiar abruptamente de tema?!

No tuve otra opción que escuchar la historia de mi tía sobre Alain Delon, en la cual me relataba que aquel guapo actor estuvo casado con una actriz bellísima llamada Romy Schneider durante 10 años, tiempo después el se enamoró súbitamente de una mujer de origen marroquí en un viaje y así, de buenas a primeras, le envió una nota acompañada de flores a Schneider en la que le comunicaba que estaba enamorado de otra mujer y que por lo tanto tenían que separarse. Obviamente dejé escapar un “pinche culero” para Delon. Pero mi tía me dejó helada al decirme “¿y sabes porque quedó prendado de aquella marroquí y echó 10 años de su vida y de la vida de su mujer por el caño? Yo estupefacta le pregunté ¿porque? ella me respondió: “Porque era igualita a él físicamente”. Arghhhh casi me ahogo con mi propia saliva, mi tía me había puesto más atención que de costumbre. Finalmente me abrazó y me preguntó ¿Cuándo lo traes?

Jajajaja tengo el síndrome Delon, totalmente.